Tendencias - Vegetarianismo
- Templo Paso
- 3 feb 2015
- 7 Min. de lectura
¿Si el judaísmo enseña a respetar a los animales y ser compasivo con ellos, no deberíamos, entonces, ser vegetarianos?
¿No es contradictorio inspirarse en ideales tan nobles y considerados, y al mismo tiempo ser carnívoros?
Vegetales + Carne
Tras su creación, Adám, el primer hombre, es instruido por Di-s: "He aquí, yo os he dado toda hierba con semilla que está sobre la superficie de toda la tierra, y todo árbol con sus frutos, esto será para ti tu alimento.” Semillas, hierbas, árboles y frutas, sí. Cualquier otra cosa, no.
Varios capítulos (y más de 1600 años) después, al sobrevivir a la devastación del gran diluvio, Noaj sale del arca, y entonces Di-s le indica:"Todo ser vivo será tuyo para comer, como hasta ahora lo fue la vegetación". Su dieta, a partir de ahora, incluye opcionalmente la carne.
Un mal necesario
El Rabi Iosef Albo, autor del Sefer HaIkarim (“El Libro de los principios"), entiende que el plan original de Di-s era que el ser humano se abstenga de comer carne. En su opinión, la matanza de animales es un acto cruel y salvaje, impregnándose estos rasgos negativos dentro del carácter, además de embrutecer y entumecer la sensibilidad espiritual.
Las primeras generaciones distorsionaron este mensaje, en el sentido de que comenzaron a tratar los humanos y a los animales en total igualdad y equidad, y colocarlos en el mismo nivel, recibiendo los mismos derechos. Esto llevó a la degeneración de la sociedad, en un espiral viciado de violencia y corrupción, porque si el ser humano no es sino otra bestia más en la tierra, entonces asesinar a un hombre era el equivalente a la matanza de un animal. Fue esta actitud y esta conducta la que llevó a Di-s, a devastar aquella civilización degenerada y promiscua, a través del gran diluvio.
Jardineros del mundo
Luego, Di-s estableció un nuevo orden global. Las personas deben reconocer las obligaciones morales y el propósito Divino que nops confió y legó
Para esto, Di-s permitió el consumo de carne; ello pone de relieve nuestra superioridad, y a su vez nos recuerda nuestro compromiso y privilegio de ser los centinelas del mundo, y nos llama a un accionar responsable y prudente para con las demás especies. Somos los guardianes del jardín de Di-s.
Pero hay otra perspectiva, una concepción mística, que indica que comer carne no es sólo aplacar un instinto o ceder ante un capricho, sino que en realidad estaremos logrando un propósito trascendente.
Un arma de doble filo
El Talmud enseña que la razón que Adám y Javá fueron creados después de todas las demás criaturas, fue para que aprendan una lección doble: los seres humanos pueden ser el pináculo de la creación, o caer en los abismos más decadentes. Si actúan adecuadamente, entonces todo fue creado sólo para servirlos, pero si se rebajan y se degradan, entonces tendrán presente que "incluso una pulga los ha precedido en el orden de la creación."
El ser humano es el único con libre elección. Esto significa que puede elevarse y trascenderse, o abusar de su superioridad y someter a la naturaleza sui antojo. Sólo él puede ser generoso, amable, altruista, dominar y sublimar sus instintos, y simultáneamente sólo él puede ser cruel, egocentrista, destructivo y asesino.
(Aunque a veces los animales aparentar conducirse de manera bondadosa o destructiva, invariablemente responden a su instinto de supervivencia - no existe el altruismo o la malicia en sus acciones.)
Cuando usamos nuestra libertad para actuar a conciencia y con responsabilidad, entonces somos, por derecho propio, la forma de vida más alta, y el resto de la creación se pone a nuestro servicio. Entonces, cuando consumimos alimentos, ya sea carnes o vegetales, y con la energía de su nutrición civilizamos y santificamos todo lo existente, en lugar de consumirlos, mas bien los elevamos y los enaltecemos.
Por otra parte, si usamos nuestra energía sólo para promover objetivos egoístas, o para oprimir e infligir daño, entonces, ¿qué derecho tengo yo a comer siquiera un vegetal?
Por ello, el judaísmo no concibe que ser carnívoro sea necesariamente un acto cruel.
Si el mundo físico es la única realidad, entonces es comprensible sentirse culpable cuando se consumen otras formas de vida. Pero si somos concientes del propósito trascendental y sublime del que somos encomendados, entonces incluso el trivial acto de comer puede llegar a ser sagrado.
Alerta Verde - La ecología espiritual
La ecología es una rama muy práctica de la ciencia. Nada podría ser más urgente que la preservación del planeta. Sin embargo, hay una faceta de la conciencia ecológica que es a menudo pasada por alto. Esta es su dimensión espiritual.
A veces actuamos enfrascados y ensimismados, encapsulados en nuestros propios intereses, corriendo desenfrenadamente detrás de nuestros deseos. Por eso tendemos, con relativa frecuencia, a olvidarnos del cuidado de nuestro entorno.
Nada de lo que sucede es ajeno al judaísmo. Por lo tanto, innumerables leyes en la Torá nos exhortan a abrir los ojos, a tomar conciencia y actuar con moderación, responsabilidad y compromiso hacia el mundo que nos rodea.
“Cuando salgas a la guerra…. deberás tener una estaca además de tus armas, y sucederá que cuando te encuentres fuera del campamento, cavarás con ella, y regresarás y cubrirás tus desechos”. Devarim | Deuteronomio. 23.14
En esta sección, la Torá nos instruye acerca del cuidado del medioambiente, sin dañar ni interferir en los causes naturales establecidos, incluso en circunstancias tan traumáticas y desequilibrantes como en la guerra, se prohíbe la destrucción de árboles frutales:
“Cuando sities una ciudad por varios días, y luches para apoderarte de ella, no derribes sus árboles (frutales) a golpe de hacha, pues te servirán para alimentarte. ¿Acaso el árbol del campo es un hombre para que le impongas crueldad?. Solamente podrás derribar los árboles que no te proporcionen alimento. Con ellos podrás construir defensas para el sitio de la ciudad que te hace la guerra, hasta conquistarla “(Devarim 20.19-2)
En la misma dirección encontramos indicaciones sobre la protección ambiental y ecológica (Devarim | Deut. 20), pautas vinculantes no solo al pueblo de Israel, sino a todas las naciones del mundo, entre ellas “ever min hajai”, la prohibición de comer un miembro que fue arrancado de un animal estando este aún vivo, la que engloba el evitar el sufrimiento o muerte innecesaria de los animales, o la destrucción sin necesidad de cualquier elemento de la creación, entre otros.
Las fuentes hebreas ofrecen una aproximación equilibrada sobre las problemáticas ecológicas contemporáneas.
La Halajá (Ley judía) condena totalmente la destrucción innecesaria. Rabí Aharón Levi de Barcelona explicó este impedimento en el “Sefer Hajinuj”, “al ser que este es el camino de los justos, de los benefactores, ellos no dañan nada en absoluto, ni siquiera un grano de mostaza, y cada destrucción que ellos observan los exaspera”.
Las leyes del Talmud rebosan de expresiones de respeto hacia la naturaleza y surten una descripción abarcadora sobre el cuidado del ecosistema, evitar el sufrimiento a los animales, prevención sobre elementos dañinos, control de smog y cuestiones sanitarias.
Asimismo el generar espacios verdes en los límites de las ciudades (Bamidbar 35.4). También leyes contra injertos y cruzas de distintas especies de animales (Vaikrá 19.19), lo que contemporáneamente se conoce como la preservación de las especies en extinción.
El Shabat por ejemplo, es una jornada de cesación del trabajo creativo y de descanso para los seres humanos y animales. También la Tora instruye acerca de una diversidad de bendiciones para diferentes fenómenos naturales, tales como la lluvia, los truenos, las estrellas fugaces, el primer florecimiento de los árboles, entre otros. La Shemitá (El año sabático) es una experiencia ecológica muy significativa. Cada siete años descanso para la tierra, y todos los campos pueden ser arados, pero no plantados, colaborando en la renovación de los suelos y sus minerales, y no succionando todo su potencial de fertilidad. El Rambam declara que reflexionar sobre las maravillas naturales es una de las formas de llegar a amar al Creador “con todo tu corazón” (Mishné Torá, Iesodei haTorá 2.2).
La bibliografía Toránica incluye decenas de indicaciones de autoayuda, con respecto a la meditación y ayuda a la naturaleza, en el mundo y lo vivo. La crueldad hacia los animales, así como la caza por deporte, sin consumir la presa, están totalmente prohibidos y la consideración hacia los animales es una consiga constante en la literatura talmúdica y la bibliografía de los sabios.
Hace 2000 años, el Talmud (Babá Batrá cap. 2) ya se ocupaba de las políticas sobre contaminación ambiental, sonora y visual, y la protección de la privacidad en el ámbito hogareño. En el libro de Devarim 23.12 refiere sobre sanitarismo, cloacas y los desechos tóxicos.
Equilibro y moderación
Está escrito en el libro de Tehilim “de Di-s es la tierra y todo lo que ella contiende”, es decir, la tierra y sus habitantes. Según el Midrash, cuando se corta un árbol de frutos sale una voz de clamor de una punta de la tierra a la otra, pero no se escucha (Pirké de Rabí Eliezer 34). Una afirmación de tal calibre moviliza hasta las fibras más intimas hacia la toma de conciencia del desperdicio dramático e irrisorio de productos no-reciclables.
En todo lo vinculado a temas verdes, el abordaje es realista, equilibrada y moderada.
Tal vez, uno de los motivos por los cuales este tema no a veces no es debidamente atendido es debido a que mucha gente piensa que el problema de la calidad de vida y ecosistema son cuestiones de grupos fundamentalistas) que hacen peligrar la vida de la persona por el cuidado de la naturaleza. Muchos ven en esto un peligro grande para los activistas que arriesgan su vida, poniendo en contradicción los derechos humanos básicos al anteponer los derechos animales sobre ellos. Sin embargo, todas estas prevenciones (por mas justificadas que sean) no anulan la responsabilidad moral en relación al cuidado de la ecología. Nuestra obligación es conducirnos con piedad con los animales y de manera apropiada con el ecosistema en general.
Armonizándonos con la melodía cósmica
Estas normativas se orientan a sensibilizarnos y reconocer que toda criatura interactúa con las demás, y que en definitiva, todas las especies que habitamos el planeta compartimos un destino colectivo. Por lo tanto, nuestra actitud fundamental debe ser la moderación respetuosa y considerada, y no la codicia, la voracidad o la agresión.
Esta moralidad se aplica a todos los niveles de la creación. Como lo expresa el célebre Kabalista Rabí Moshé Kordovero ( El "Ramak", 1522-1570) : "La cualidad personal de consideración hacia los demás debería extenderse a todas las criaturas, y uno no debe despreciar ni destruir, porque la sabiduría Celestial se extiende a toda la creación.
Este parentesco de toda la creación y su misión compartida, de cada criatura a su manera, es a menudo comparada con una melodía cósmica. Como se recita durante las plegarias del Shabat, "El alma de todo ser vivo bendecirá tu Nombre... Todos los corazones Te venerarán, y nuestro interior cantará tu nombre". De hecho, el oleaje del mar, el bramido de las olas, el silbido del viento, el canturrear de las aves, el ritmo acompasado de las manadas trasladándose, toda la creación se armoniza y confluye en el noble propósito de reconocer y servir al Creador.